top of page

En el último rincón de la Calle 12, el último día de noviembre, encontramos un lugar en silencio despidiendo a su última clientela. Te acercaste cauteloso a pedir mesa, convenciéndolos de nuestra corta estadía a cambio de un buen agradecimiento. No entendí tu prisa, ni tu silencio ante mis dudas, como si algo se te estuviera escapando y yo no necesitaba saberlo.

 

Hace mucho no te veía con esa mirada de no ser de aquí, de ningún lado. Ajeno a todo. Ademanes de tu viejo padre al que tanto le reprochabas sus movimientos. Sabes que te miro, y que quiero que me mires. Pero volteas a todos lados, como si lo que escondieras fuera tan grande como para yo no entenderlo.

Miro sobre la calle como mi única forma de reconfortarnos. Encuentro sus luces rozando ligeramente tus manos. Tomo una fotografía. Veo en ellas lo que en tus ojos no quieres. Me miras y yo me detengo. Comienzas a llorar.

bottom of page