Tu sombra deambula cerca. Puedo sentir
tus miedos e inseguridades...
pero, ¿por qué de mí?
Ya no regreso al mismo lugar, porque ya
no quiero buscar en el mismo círculo
que no para de repetirse…Me contengo
para no esperar.
Ante la imagen de ti, me paralizo y
paralizo todo lo que me rodea.
Cierro los ojos y siento, te siento.
Aunque sea sólo la idea de ti, de tu
compañía, de tu voz y su eco.
Me percato de tu fragilidad, de lo fácil que es romper todo. Es inimaginable saberme con ese poder y usarlo en tu contra.
Aún con posibilidad de cerrar todo, me detengo.
Tu presencia no deja de impregnarse.
Pero te desvaneces, te escabulles… Una dulce brisa en un bochorno ahogado
de escalas de grises.
Quizá, esta vez, no valdría la pena hablar de los espacios entre días.
Nos encontraríamos como si estuviéramos destinadas a hacerlo,
como si no hubiera habido ruptura
entre tu ausencia y tu forma tan
abrupta de presentarte.
Me empezarías a contar historias.
Recuerdos para mí y sueños
para ti.
Yo saldría de aquí. Me esforzaría por
ahorrarte tiempo y esperas infinitas. Y por
primera vez, nuestro reflejo no sería un
ente distante.
-Imagino que mi mamá al límite de todo, nos dedica estas palabras. Una disculpa corroída por tanta confusión. Es probable, que antes de nacer yo, ella haya tenido que renacer. Es, entonces, que a su vez, artículo este texto como un diálogo interno, un yo a yo.